Iván Nikoláyevich Kramskói dibujaba el retrato del pediatra Karl Raujfus en marzo de 1887 cuando súbitamente su cuerpo se desvaneció cayendo al suelo antes de dejar el último trazo del pincel en el extremo inferior del cuadro. Moría así uno de los fundadores de la corriente pictórica realista más importante en la historia del arte ruso.
La generación aludida comenzó a ser identificada con el rótulo de “artistas itinerantes” (peredvizhniki en ruso), debido a los esfuerzos que realizaron para recorrer el vasto territorio de Rusia con el objeto de reflejar las vicisitudes de ciudadanos corrientes del campo, los bellos paisajes de su tierra, retratos de personajes destacados de la cultura y escenas comunes de la vida.
Fue precisamente Iván Kramskói quién organizó al grupo planteando la idea de ilustrar al pueblo. Esta propuesta fue totalmente novedosa puesto que hasta ese momento los pobladores de sectores rurales no tenían a ningún artista que plasmara las particularidades palpables de su entorno y mundo interior. Los rasgos físicos característicos de los campesinos, la espontaneidad de las relaciones humanas, la transmisión de mensajes orales, entre otros aspectos, fueron temas discutidos en las primeras reuniones del flamante colectivo.
Se integraron al movimiento artístico personalidades de la talla de Iván Shishkin, Isaak Levitan, Ilya Repin, Vladimir Makovsky, Sergei Ivanov, Aleksei Savrasov, Viktor Vasnetsov, Vasily Surikov, Mijaíl Nesterov y Valentin Serov.
Kramskói I.N. «Cristo en el desierto» 1872. 210 x 180 cm. Óleo sobre lienzo. Galería Tretyakov de Moscú, Rusia.
Todas estas grandes personas pronto llegaron a un amplio consenso respecto de viajar de pueblo en pueblo y realizar exposiciones públicas de sus pinturas. En este contexto surge la Sociedad de Exposiciones Itinerantes en 1870. Por primera vez se volvía visible lo que estaba prohibido: mostrar al campesinado en su verdadera faceta. Los itinerantes demostraban con acciones concretas amor y entrega por el país al decidir atravesar las entrañas de un pueblo aún desconocido.
Esta vocación rompió con las bases del arte elitista encasillado en una limitada cantidad de temas avalados por la Academia de Arte de San Petersburgo. Fue así como se concibieron trabajos artísticos que recogían la vida burguesa, el poder militar, fiestas lujuriosas, actividades de esparcimiento, paisajes poco naturales, encuentros políticos y una existencia superficial al más puro estilo neoclasicista europeo.
Los itinerantes, sin embargo, no forzaron una ruptura de inmediato y en un inicio acudieron a las autoridades de la Academia con un proyecto que proponía expandir la temática de sus trabajos a los sectores sociales que conformaban la abrumadora mayoría de la población. Esta petición fue rechazada de plano toda vez que se temía el desarrollo de alguna forma de conciencia nacional entre las masas, capaz de poner en evidencia sus muy precarias condiciones de vida.
Comentarios
Publicar un comentario