Y el arca va es el título de la exposición personal del talentoso artista de la plástica cubana Esteban Machado Díaz (Güira de Melena, 1965) que puede verse hasta mediados de noviembre en el Museo de las Américas de San Juan, Puerto Rico.
En esta muestra —que fue exhibida con anterioridad en el Museo de Arte Colonial de La Habana— es probable que exista un paralelismo con Y la nave va, obra de ese grande del cine italiano que fue y es Federico Fellini. Y es que Machado con el icono coco-paisaje, quizás, intenta reafirmar el arca como elemento conservador y de triunfo, como talismán de fe, como canto al futuro…
Su obra evoca y convoca a la esperanza a través de un paisaje singular en que las luces y las sombras y, sobre todo, la intensidad de los colores (con acento en la gama de los azules) van definiendo una estética personal cuya singularidad radica en la supuesta simplicidad del mensaje. Sus códigos, al parecer, claros y evidentes pueden convertirse en trampa y a la vez secreto.
Esteban —que es Licenciado en Construcción Civil, master en Pedagogía profesional y durante once años se desempeñó como profesor universitario— comienza en el mundo de las artes plásticas hace apenas cinco años.
Desde muy pequeño me interesó el mundo de las artes plásticas, pero a medida en que avanzaba en los distintos niveles de la enseñanza me fui inclinando hacia las ciencias de la ingeniería. No obstante, pintar siempre fue una suerte de refugio.
A partir de 1998 decido de manera profesional dedicarme a la pintura y comienzo a hacer estudios relacionados con la especialidad."
¿Esa experiencia como profesor y los conocimientos de ingeniería te fueron útiles para tu quehacer como pintor?
Sí, el hecho de haber estudiado te dota de las herramientas fundamentales para poder llegar a elaboraciones concretas de lo que pretendes hacer. Trabajaba como profesor universitario e impartía la asignatura de Dibujo técnico…
El diseño arquitectónico, por ejemplo, es útil a la hora de pintar porque te permite doblegar y sintetizar las perspectivas, que son muy difíciles; además a través de él asumes una visión de los distintos ángulos y te ayuda a trabajar con el color.
La plástica es más libre, más creativa, porque el diseño arquitectónico se rige por leyes físicas que hay que cumplir. Aquí uno tiene la posibilidad de violar esas leyes y crear las propias. Pero definitivamente sí, el conocimiento es un soporte muy importante.
Entonces, ¿al dedicarte a las artes plásticas te consideras un profesional más libre?
Totalmente más libre. Es una creación sin límites. Mientras estés pensando y generando cosas nuevas, puedes plasmarlo de la forma en que desees.
En abril de este año, en el Palacio de Lombillo de La Habana, expusiste una muestra titulada Arcas de cubanía.
Fue mi segunda exposición personal, la primera (2001) se tituló Mi verso es un surtidor y fue vista en el Convento de San Francisco de Asís, también aquí, en La Habana Vieja. El tema eran los Versos Sencillos, de nuestro Apóstol José Martí. Realicé una recreación en la que el paisaje era el elemento comunicativo. Es decir, asumí los versos e hice las composiciones, pero el paisaje era el centro.
¿Qué fue Arcas de cubanía?
Una muestra de la cual me sentí muy satisfecho, aunque creo que un artista no se encuentra completamente; siempre aparecen nuevas expectativas. Pero, Arcas de cubanía representó el punto de encuentro a partir del cual comencé a definir una identidad con iconos propios de nuestro carácter insular, es decir, de isleños.
La fruta del cocotero representa a Cuba y El Caribe. Vivimos en una especie de paraíso rodeado de mar y de un paisaje donde abundan los mangos, los algarrobos, las palmas...
En esta muestra —que fue exhibida con anterioridad en el Museo de Arte Colonial de La Habana— es probable que exista un paralelismo con Y la nave va, obra de ese grande del cine italiano que fue y es Federico Fellini. Y es que Machado con el icono coco-paisaje, quizás, intenta reafirmar el arca como elemento conservador y de triunfo, como talismán de fe, como canto al futuro…
Su obra evoca y convoca a la esperanza a través de un paisaje singular en que las luces y las sombras y, sobre todo, la intensidad de los colores (con acento en la gama de los azules) van definiendo una estética personal cuya singularidad radica en la supuesta simplicidad del mensaje. Sus códigos, al parecer, claros y evidentes pueden convertirse en trampa y a la vez secreto.
Esteban —que es Licenciado en Construcción Civil, master en Pedagogía profesional y durante once años se desempeñó como profesor universitario— comienza en el mundo de las artes plásticas hace apenas cinco años.
Desde muy pequeño me interesó el mundo de las artes plásticas, pero a medida en que avanzaba en los distintos niveles de la enseñanza me fui inclinando hacia las ciencias de la ingeniería. No obstante, pintar siempre fue una suerte de refugio.
A partir de 1998 decido de manera profesional dedicarme a la pintura y comienzo a hacer estudios relacionados con la especialidad."
¿Esa experiencia como profesor y los conocimientos de ingeniería te fueron útiles para tu quehacer como pintor?
Sí, el hecho de haber estudiado te dota de las herramientas fundamentales para poder llegar a elaboraciones concretas de lo que pretendes hacer. Trabajaba como profesor universitario e impartía la asignatura de Dibujo técnico…
El diseño arquitectónico, por ejemplo, es útil a la hora de pintar porque te permite doblegar y sintetizar las perspectivas, que son muy difíciles; además a través de él asumes una visión de los distintos ángulos y te ayuda a trabajar con el color.
La plástica es más libre, más creativa, porque el diseño arquitectónico se rige por leyes físicas que hay que cumplir. Aquí uno tiene la posibilidad de violar esas leyes y crear las propias. Pero definitivamente sí, el conocimiento es un soporte muy importante.
Entonces, ¿al dedicarte a las artes plásticas te consideras un profesional más libre?
Totalmente más libre. Es una creación sin límites. Mientras estés pensando y generando cosas nuevas, puedes plasmarlo de la forma en que desees.
En abril de este año, en el Palacio de Lombillo de La Habana, expusiste una muestra titulada Arcas de cubanía.
Fue mi segunda exposición personal, la primera (2001) se tituló Mi verso es un surtidor y fue vista en el Convento de San Francisco de Asís, también aquí, en La Habana Vieja. El tema eran los Versos Sencillos, de nuestro Apóstol José Martí. Realicé una recreación en la que el paisaje era el elemento comunicativo. Es decir, asumí los versos e hice las composiciones, pero el paisaje era el centro.
¿Qué fue Arcas de cubanía?
Una muestra de la cual me sentí muy satisfecho, aunque creo que un artista no se encuentra completamente; siempre aparecen nuevas expectativas. Pero, Arcas de cubanía representó el punto de encuentro a partir del cual comencé a definir una identidad con iconos propios de nuestro carácter insular, es decir, de isleños.
La fruta del cocotero representa a Cuba y El Caribe. Vivimos en una especie de paraíso rodeado de mar y de un paisaje donde abundan los mangos, los algarrobos, las palmas...
Comencé a hacer una representación donde el icono coco es un elemento que parece una isla frágil en medio de un mar. Sin embargo, esa isla va cargada de muchos valores que puede ser desde la fe que se tiene en un futuro mejor hasta la honestidad propia de los cubanos. Quisiera que mi obra estuviera cargada de lo que llaman idiosincrasia cubana. Trato de representar momentos felices o convulsos por los cuales hemos pasados. Arcas de cubanía tuvo gran aceptación y eso, naturalmente, me hizo sentir muy bien.
¿Paisaje dentro del paisaje?
Lo acepto: es un paisaje dentro de otro paisaje. El fondo es un paisaje típicamente cubano que es casi siempre una marina; el elemento mar aparece de fondo y entonces emerge el cocotero, que es el protagónico.
El paisaje cubano está como metido dentro del coco que, por demás, tiene dentro agua fresca y que puede flotar. Todo ello, creo, sugiere nuestra Isla en lucha perenne contra los embates del mar, contra las adversidades.
¿Te consideras un paisajista?
Me considero un paisajista —quizás— por las raíces.
Comienzo haciendo paisajes y establezco una búsqueda y llego a partir de un estudio al elemento arca-coco.
En mi obra trato de ser lo más respetuoso posible con respecto a las características propias de cada uno de los elementos que reflejo. Mi composición es más bien fantástica, pero recreando elementos propios del paisaje. A su vez me considero figurativo porque describo pictóricamente elementos que fusiono con la marina, con el paisaje rural y hasta con los bodegones.
¿Tus arcas tienen alguna relación con El Arca de Noé?
Sí, hay un espíritu de fe en el caso del arca como elemento protector o conservador de valores. Hago un paralelo entre la salvación de las especies a la que hace referencia el mito religioso con lo que quiero decir. En mis arcas se tratan de preservar nuestros más genuinos y mejores valores; esos que luchan contra cualquier embate ya sea climático, político o social.
¿Y la palma?
La palma es Cuba. Creo que es difícil identificar un paisaje cubano sin nuestra hermosa palma real.
Usas toda la paleta; pero, por ejemplo, veo que el rojo está como que escondido…
El rojo solo lo utilizo como complementario en los verdes. Me muevo muchísimo en la paleta desde composiciones muy iluminadas hasta otras donde el ambiente es más oscuro y la iluminación totalmente centrada.
Exploto los colores que aparecen en un radiante mediodía en pleno campo cubano y también cuando sufrimos los azotes de huracanes a la Isla.
¿Aspiraciones?
Seguir trabajando.
Palabras del doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, en el catálogo de la exposición Arcas de cubanía (Palacio de Lombillo, Habana Vieja, abril 2004)
Los isleños, término que nunca usamos para definirnos, vivimos siempre pendientes del horizonte azul. El carácter insular ha ejercido una influencia esencial en nosotros de una forma casi protectora.
A Cuba siempre ha habido que venir, de ella hemos partido y no existe para nosotros el misterio de las fronteras. Imbuido en ese sentimiento Esteban Machado parece responder con sus obras a un motivo esencial: sus arcas cocos de cubanía simbolizan a la Isla que se sostiene contra todos los embates para ser arrastrada en su aparente fragilidad.
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