Este cuadro es único en el marco de la obra de Monet por muchos motivos. De entrada, la escena se contempla desde la playa y no desde cierta altura como es habitual en las creaciones del artista. Y llama aún más la atención la apariencia de las figuras, situadas casi en frente del espectador, ya que lo habitual en los cuadros del artista es que los personajes carezcan de cualquier rasgo distintivo y sean meras siluetas de color. También constituye un elemento innovador la atención al detalle. En la arena se dibujan guijarros, y el color del agua y de la arena varía según su profundidad. Las barcas también están trazadas más minuciosamente que de costumbre, al igual que los edificios lejanos, y las nubes hacen gala de un realismo tremendo.
Uno de los rasgos más acertados de esta pintura es su composición. A pesar de que el lienzo parece bullir de actividad por las muchas embarcaciones que se ven aquí y allá y por la interacción de los tres hombres que están de pie junto a una barca varada en la arena, la situación de los elementos de la pintura recuerda por su disposición a los cuadros de playas típicos de Monet.
Los acantilados se alzan a la izquierda del lienzo y el observador contempla la escena desde la derecha de la playa, como en barcas de pescar ante la playa y los acantilados de pourville (1882) o en la playa de pourville .1882)
Texto sacado del libro de VANESSA POTTS
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