Una exposición en Buitrago muestra los experimentos que el artista malagueño realizó con la fotografía
Quién hubiera podido imaginar que unos restos de material fotográfico podrían revelar tanto sobre la figura del pintor malagueño Pablo Picasso. Fue en la década de los noventa cuando la casualidad quiso que el fotógrafo e historiador Joan Fontcuberta conociera al profesor Jean-Pierre d’Alcyr. Este le confesó que había encontrado en una casona de la Camarga francesa unas pruebas fotográficas, fruto de la colaboración entre el artista y su buen amigo el fotógrafo francés André Villers. “No eran obras, ni mucho menos. Aquellos sobres fotográficos no se habían tirado a la basura por algún motivo”, explica Fontcuberta, “quizás para que, años después, pudiésemos comprender muchos aspectos de la vida y obra del artista”.
Este material puede verse a 90 kilómetros de la capital, en el museo Picasso Colección Eugenio Arias de Buitrago de Lozoya (hasta el 23 de julio; gratis), dependiente de la Comunidad de Madrid, como parte de la exposición Picasso y la fotografía, comisariada por el propio Fontcuberta.
Además de estos descartes, la muestra contiene los originales de dos series de litografías, Diurnes (1962) y Nocturnes (1964).
de temática mitológica y paisajística. Juntos, Picasso y Villers llegaron a producir más de un centenar de fotos. Sin embargo, tan solo escogieron una treintena para la edición de estas carpetas. Mientras el fotógrafo francés tomaba imágenes de paisajes de La Provenza, el malagueño recortaba figuras, la mayoría relacionadas con la tauromaquia y la mitología.
Ya en el laboratorio, ambos exponían los recortes sobre el papel fotográfico, obteniendo fotogramas en los que se observaban los paisajes a través de estas peculiares formas. Como resultado, una obra, mitad fotográfica y mitad pictórica, de gran carga gráfica y muy vanguardista para la época. “Estas series tienen cierta mirada onírica”, explica Fontcuberta. “Al combinar un plano realista y otro mitológico y alegórico”, añade, “ambos artistas buscaban trasladarnos a ese mundo de leyenda”.
La recuperación de aquellas pruebas permite contemplar este trabajo fotográfico desde otra perspectiva. “A Picasso le gustaba probar y experimentar con todo. No descartaba ningún tipo de incursión en otras disciplinas y, por supuesto, sabemos que su relación con la fotografía procede de esa amistad con André Villiers”, cuenta el comisario. “Si Picasso estuviera vivo hoy, seguro que haría uso de Instagram y de otras redes sociales”, bromea.
La exposición Picasso y la fotografía lleva recorriendo el mundo desde 1994. Aquel año fue presentada en Barcelona, y ha visitado París, Nueva York, Turín, Montreal, Estocolmo o Berlín. Su vuelta a España forma parte del proyecto internacional Picasso Mediterranée, cuyo objetivo es destacar la riqueza y diversidad de la relación entre el artista y el Mediterráneo.
Además, con esta muestra comienza el ciclo Alter Picasso, que ahonda en el trabajo de artistas contemporáneos cuyo motivo de inspiración es la obra del artista malagueño. Fontcuberta, quien continúa con sus labores como fotógrafo e historiador, afirma sentirse influenciado por él: “El arte contemporáneo no solo consiste en crear, sino también en entender que nuestro trabajo de hoy no existiría si no fuera por nuestra relación con la historia del arte, por la cultura que respiramos”.
Quién hubiera podido imaginar que unos restos de material fotográfico podrían revelar tanto sobre la figura del pintor malagueño Pablo Picasso. Fue en la década de los noventa cuando la casualidad quiso que el fotógrafo e historiador Joan Fontcuberta conociera al profesor Jean-Pierre d’Alcyr. Este le confesó que había encontrado en una casona de la Camarga francesa unas pruebas fotográficas, fruto de la colaboración entre el artista y su buen amigo el fotógrafo francés André Villers. “No eran obras, ni mucho menos. Aquellos sobres fotográficos no se habían tirado a la basura por algún motivo”, explica Fontcuberta, “quizás para que, años después, pudiésemos comprender muchos aspectos de la vida y obra del artista”.
Este material puede verse a 90 kilómetros de la capital, en el museo Picasso Colección Eugenio Arias de Buitrago de Lozoya (hasta el 23 de julio; gratis), dependiente de la Comunidad de Madrid, como parte de la exposición Picasso y la fotografía, comisariada por el propio Fontcuberta.
Además de estos descartes, la muestra contiene los originales de dos series de litografías, Diurnes (1962) y Nocturnes (1964).
de temática mitológica y paisajística. Juntos, Picasso y Villers llegaron a producir más de un centenar de fotos. Sin embargo, tan solo escogieron una treintena para la edición de estas carpetas. Mientras el fotógrafo francés tomaba imágenes de paisajes de La Provenza, el malagueño recortaba figuras, la mayoría relacionadas con la tauromaquia y la mitología.
Ya en el laboratorio, ambos exponían los recortes sobre el papel fotográfico, obteniendo fotogramas en los que se observaban los paisajes a través de estas peculiares formas. Como resultado, una obra, mitad fotográfica y mitad pictórica, de gran carga gráfica y muy vanguardista para la época. “Estas series tienen cierta mirada onírica”, explica Fontcuberta. “Al combinar un plano realista y otro mitológico y alegórico”, añade, “ambos artistas buscaban trasladarnos a ese mundo de leyenda”.
La recuperación de aquellas pruebas permite contemplar este trabajo fotográfico desde otra perspectiva. “A Picasso le gustaba probar y experimentar con todo. No descartaba ningún tipo de incursión en otras disciplinas y, por supuesto, sabemos que su relación con la fotografía procede de esa amistad con André Villiers”, cuenta el comisario. “Si Picasso estuviera vivo hoy, seguro que haría uso de Instagram y de otras redes sociales”, bromea.
La exposición Picasso y la fotografía lleva recorriendo el mundo desde 1994. Aquel año fue presentada en Barcelona, y ha visitado París, Nueva York, Turín, Montreal, Estocolmo o Berlín. Su vuelta a España forma parte del proyecto internacional Picasso Mediterranée, cuyo objetivo es destacar la riqueza y diversidad de la relación entre el artista y el Mediterráneo.
Además, con esta muestra comienza el ciclo Alter Picasso, que ahonda en el trabajo de artistas contemporáneos cuyo motivo de inspiración es la obra del artista malagueño. Fontcuberta, quien continúa con sus labores como fotógrafo e historiador, afirma sentirse influenciado por él: “El arte contemporáneo no solo consiste en crear, sino también en entender que nuestro trabajo de hoy no existiría si no fuera por nuestra relación con la historia del arte, por la cultura que respiramos”.
Pablo Picasso, fotógrafo', retrato de su amigo André Villiers. ANDRÉ VILLIERS
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